Testimonio de la Jornada Mundial de la Juventud desde Siria - Myriam Liane




He participado en la JMJ desde el año 2000 como parte de un grupo, pero la participación en la JMJ de Río fue una experiencia excepcional en mi vida, y totalmente diferente a las anteriores.

Yo tenía la intención de ir, pero la situación en el país era difícil - viajar desde Siria era imposible. Cualquier vuelo tenía que despegar desde Beirut (Líbano). Mis amigos se encontraban muy lejos de mí, porque me he mudado muchas veces, y mi parroquia se negó a participar... Así que fui sola.

Asistí a la semana misionera en Sao Paulo. Como yo estaba sola y sin ninguna bandera, la parroquia pidió una señora feligresa brasileña para coser la bandera de Siria, para ser reconocida como peregrina de Siria entre el gran número de jóvenes de todo el mundo.

En Sao Paulo y Río de Janeiro fui recibida por las parroquias y sus familias de acogida con mucha simpatía y hospitalidad. Presenté a las familias y a otras personas algunos folletos sobre Siria. Les mostré la colocación de las ruinas, lugares de interés histórico en el mapa. Les hablé de mi ciudad "Damasco", la capital habitante más antigua del mundo. Estaban muy interesados en ver las fotos  de  lugares,  patrimonio  histórico,  la  civilización  y  los  sitios  arqueológicos  de  Siria...

¡Siempre me había sentido feliz al poder de hacer esto en las JMJ anteriores, pero esa vez no! Fue muy doloroso para mí dar estas explicaciones cuando algunos de estos sitios están en mal estado, dañados o destruidos.

Durante las sesiones de catecismo en Río (catequesis), conocí a grupos de países árabes, y allí me di cuenta de que yo era la única de Siria. Conocí a jóvenes de diferentes países durante el Via Crucis, la vigilia y la misa final. Pasé dos semanas increíbles llenas de oraciones, visitas y eventos. Conocí peregrinos e hice muchos amigos. Asistí a toda la peregrinación y visité muchos lugares.

Alguna vez pregunté a algún grupo si podía unirme a ellos, y algunas señoras brasileñas me propusieron que me iban a acompañar un día, así no iba yo sola.... Obispos, sacerdotes y jóvenes, todos me hicieron la misma pregunta: “¿ómo llegaste desde Siria sin nadie más?”

Terminé la peregrinación de un modo especial: como si hubiera estado muy metida en un grupo. Conocí cada día nuevos amigos de diferentes países que expresaron su simpatía hacia mí y su tristeza por lo que está sucediendo en Siria.

Cuando regresé de Brasil, Siria se encontraba en una situación muy crítica, con el riesgo de un posible ataque militar extranjero. El 28 de agosto de 2013, escribí a todas las personas con las que me había encontrado en Brasil durante la JMJ, así como a las que me había conocido durante las JMJ anteriores, para rezar y encender una vela por la paz en Siria y su pueblo. Unidos al Papa Francisco, el 7 de septiembre, rezamos por la Paz en Siria... Gracias a Dios se evitó el conflicto.

La guerra aún no ha terminado en Siria, pero mis amigos me dicen siempre que todavía se unen a nosotros en oración por la paz...

JMJ es una ocasión para conocer gente, para compartir la cultura y orar unos por otros.

Traducido por Ángel García Asenjo 

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